Mundo material. Mundo espiritual
Desde el punto de vista antropológico el chamanismo se refiere a una estructura o conjunto de estructuras ideológicas propias de ciertos pueblos o etnias donde se sostiene la existencia de un mundo material que es regido por un mundo espiritual, donde hay una clara existencia de fuerzas negativas y de fuerzas positivas, y tales fuerzas son susceptibles a ser manejadas o controladas por el ser humano.
Así el mundo natural siempre está bajo la influencia del mundo sobrenatural y las personas que incursionan en esta interacción deben de saber manejarse en ambos mundos con absoluta precisión.
En México, el chamanismo tiene sus raíces en las etnias que han sobrevivido a la occidentalización cultural, incluso sus sistemas de creencias se han llegado a sincretizar con la religión católica.
Existen 43 etnias significativas de las cuales las más importantes son: Mexicas o Nahuas, Mayas, Zapotecas, Mixtecos y Otomíes. Otras no tan grandes pero de significativa influencia cultural son: Huicholes, Tzotziles, Tzeltales, Tarahumara, Chontales, Yaquis, Seris y Mazatecos.
En cada grupo existen chamanes, pero el término chamán no es usado por la gente, generalmente se les llama brujos o por el nombre específico en su lengua, por ejemplo en tzotzil se dice h'ilol –que quiere decir, vidente-, en huichol se nombra como maracáme, o tlahuelpuchi en nauhatl.
En el México prehispánico se percibían a todos los elementos de la naturaleza como fuerzas dotadas de una personalidad, con inteligencia y emociones -como los dioses griegos-, como Tlaloc, dios de la lluvia; Xochipilli, dios de las flores; y estos a su vez se sujetaban a una fuerza primordial de un sentido más abstracto como Ometeotl, dios de la dualidad o Moyocoyatzin, el venerable inventor de sí mismo.
Así los brujos debían aprender todo lo relativo al manejo de la naturaleza a través de tales cosmogonías.
En el México actual es relevante la supervivencia de elementos y rituales de tipo mágico-religioso de los antiguos grupos indígenas, no sólo en los indígenas actuales sino en los mestizos y blancos que conforman la sociedad mexicana rural y urbana.
Este chamanismo es utilizado básicamente como medio de curación y de resolución de problemas, cabe resaltar que el método más aplicado en la curación son las límpias.
Las límpias se basan en el principio de transferencia del mal; cuando una persona padece un mal se le aplica una pasada, limpiada o barrida sobre el cuerpo con objetos minerales, vegetales e incluso con gallinas o guajolotes, así el mal sale de su cuerpo y se aloja en tal objeto.
En cuanto a la resolución de problemas ésto se logra a través de "trabajos".
Un trabajo es la elaboración de un ritual o ceremonia específica (según el caso) donde a través de oraciones, amuletos, preparados (comida o brebajes) u objetos se pretende que las fuerzas obren con un fin determinado.
Como aspecto religioso, el chamanismo, se ha adoptado figuras cristianas y le ha dado su contenido indígena. Sin embargo esto es muy distinto de pueblo a pueblo e incluso de chamán a chamán. Muchos chamanes manejan un sincretismo elaborado por ellos mismos y por sus "guías".
Esto último es muy importante pues debemos distinguir como es que una persona se transforma en chamán o brujo.
En las comunidades indígenas más cerradas generalmente el brujo toma un discípulo y lo conduce hasta que está preparado para actuar solo. Entre los mestizos llega a suceder lo mismo pero es común que algún sujeto sufra una transformación en su interior -ya sea por accidente o por enfermedad, e incluso sin nada anormal que le suceda, el futuro brujo recibe en sueños o mentalmente un contacto con la divinidad o con seres superiores que lo instruyen o se manifiestan a través de él-. Quizás de estos últimos se sepa más por ser más accesibles a la investigación pues recordemos que los indígenas son extremadamente reservados y sumamente desconfiados con los mestizos.
El uso del sueño o de los mensajes telepáticos es rasgo común entre aquellos brujos que se dedican a curar y a resolver males y, usualmente, no pretenden mantener ni crear una estructura religiosa.
Quizá uno de los casos más sondeados en este aspecto es el de la curandera Pachita. Se llamaba Bárbara Guerrero, su infancia la vivió en Chihuahua donde radicaban sus padres adoptivos, aunque es poco lo que se sabe de ella en su niñez si se sabe como se dio su transformación a curandera; cuando ella ya radicaba en la ciudad de México una tarde mientras dormía la siesta (como era de costumbre) comenzó a hablar a través de su cuerpo el espíritu del "hermano" Cuauhtémoc, quién desde entonces comenzó a curar a las personas con hierbas y tiempo después inició las operaciones.
De esto, las operaciones eran lo que más sorprendía; el paciente era intervenido sin anestesia, ni asepsia, simplemente a través de la manifestación de Cuauhtémoc quién por medio de Pachita y un simple cuchillo de cocina abría en la parte afectada, sacab el mal y cerraba. Lo que es espectacular es que cuando era necesario substituía órganos y huesos que ya no servían con mismos que ella o Cuauhtémoc materializaban en ese mismo momento. Después de la operación el paciente descansaba aproximadamente una hora en un cuarto contiguo llamado de recuperación y luego se iban a su casa donde solo llegaban a reposar tres días.
Sus ayudantes aseguran que no hubo ninguna muerte entre los enfermos que Pachita operó, y las operaciones eran realizadas en la semioscuridad mediante velas. Ella murió el 29 de abril de 1979.
Mención aparte es el caso Carlos Castaneda. El, como lo menciona en sus libros es tomado como aprendiz por el indio yaqui Juan Matus, sin embargo éste no es un chamán yaqui sino algo muy distinto y superior.
Castaneda refiere que Don Juan "trató de poner nombre a su conocimiento. El creía que el nombre más apropiado era "nagualismo", pero que el término era demasiado oscuro. Llamarlo simplemente conocimiento lo encontraba muy vago, y llamarlo hechicería, sumamente erróneo. La maestría del intento y la búsqueda de la libertad total tampoco le gustaron por ser términos abstractos en exceso, demasiado largos y metafóricos. Incapaz de encontrar un término adecuado optó por llamarlo "brujería", aunque admitiendo lo inexacto que era" (Castaneda, "El conocimiento silencioso", 1988, pág. 9).
Incluso Don Juan le sugiere a Castaneda el abstenerse de denominar el conocimiento que le enseña como chamanismo (ver "El arte de ensoñar", 1993, pág. 7). La enseñanza la divide en la "maestría del estar consciente de ser", la "maestría del acecho" y la "del intento".
Su piedra angular es la conciencia y la percepción.
Para entender un poco tal conocimiento es imprescindible la lectura de sus nueve libros y los de Taisha Abelar (Donde Cruzan los Brujos) y Florinda Donner (Ser en el Ensueño); ellas forman parte del grupo Nagual Dilas Grau (Carlos Castaneda o Joe Cortéz o Isidoro Baltzar -recordemos que el nagual maneja diversos nombres según su faceta dentro de la brujería).
Y no simplemente leerlos sino intentar sacar algo práctico de ellos, aunque romper la jaula de la percepción "normal" o cotidiana no es sencillo y mucho menos si uno lo hace por su cuenta sin la ayuda de un "brujo".
Pero retomemos esta enseñanza desde su punto de orígen, Castaneda menciona a los "antiguos brujos" o videntes (ver "El Fuego Interno") quienes eran hombres que vivían al norte y al sur del Valle de México siglos antes de que llegaran los europeos a estas tierras, y este conocimiento pasó de generación en generación y con el transcurso de los siglos los diversos linajes de los brujos, o al menos el de los Grau-Abelar (único linaje del que se ha escrito y por medio del cual el mundo conoció la existencia de este tipo de conocimiento), aún existen actualmente. A su vez, este conocimiento, no es propiedad de una etnia, quizás hace siglos algún pueblo lo desarrolló y se transmitió a gente que el poder o espíritu indicó, por ello actualmente se ve en los relatos de Castaneda que la gente que forma parte del grupo son indios, mestizos y blancos, no importa su raza sino que el "poder" los ponga en ese camino.
Es imposible abarcar de una manera profunda y exhaustiva la obra de Castaneda y ese conocimiento silencioso en un artículo breve. Más adelante trataremos en especial el cuerpo de este conocimiento y la forma en que uno puede intentar adherirse a él.
En cuanto a los chamanes más tradicionales de México recomendamos incursionar en los estudios realizados por Jacobo-Grinberg-Zylberbaum y editados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y si es posible, asistir con alguno de ellos a su lugar de trabajo, y, en el mejor de los casos, intentar convivir con ellos.
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