LA TRADICION IGNORADA DE LA CIENCIA ALOPATA
Los chamanes no han sido tomados en serio por la mayoría de los médicos alópatas, a pesar de que muchas tradiciones chamánicas han desarrollado sofisticados modelos de curación a lo largo de los siglos. Además, dichos modelos han sido lo suficientemente flexibles como para sobrevivir en contacto con la medicina alopática, e incluso para incorporar la práctica de la misma. Pocos son, en cambio, los facultativos alopáticos que hayan incorporado la sabiduría chamánica en la práctica de su medicina, lo que pone en cuestión no sólo sus prejuicios sino su flexibilidad.
A excepción de sus conocimientos de herboristería, en general el chamanismo ha sido ignorado o ridiculizado por el mundo médico y académico. No obstante, los chamanes han sido los primeros curadores del mundo, los primeros diagnosticadores, los primeros psicoterapeutas, los primeros funcionarios religiosos. Los chamanes pueden ser definidos como curanderos indígenas que alteran deliberadamente su conciencia a fin de obtener conocimiento y poder proveniente del «mundo de los espíritus», para ayudar y curar a los miembros de su tribu.
Hay métodos chamanicos de curación que guardan un estrecho paralelismo con la terapia conductista contemporánea, la quimioterapia, la interpretación de los sueños, la terapia familiar, la hipnoterapia, la terapia ambiental y el psicodrama. Es evidente que los chamanes, los psicoterapeutas y los médicos tienen más en común de lo que generalmente se supone. Sin embargo, para el chamán, la dimensión espiritual de la curación es de extrema importancia, mientras que los médicos y los psicoterapeutas suelen ignorarla por completo. A menudo los chamanes rescatan almas perdidas, se comunican con los espíritus, hacen hincapié en la interconexión de sus pacientes con la comunidad y con la tierra, facilitan la purificación espiritual a quienes hayan violado tabúes sociales, interpretan sueños y visiones, y subrayan la importancia del crecimiento espiritual como objetivo personal en la vida, y la de ser útil a la humanidad y a la naturaleza. Estas funciones raramente adquieren importancia, ni tan sólo respetabilidad, en el mundo ideológico de los médicos alopáticos occidentales y otros especialistas de la salud.
María Sabina
En 1980 visité Oaxaca, México, y tuve la gran suerte de poderme entrevistar con María Sabina, legendaria practicante del chamanismo que en 1955 había compartido con el mundo exterior sus conocimientos de las ceremonias curativas mazatecas con hongos sagrados.' Nacida en 1894, María Sabina había llevado una vida muy dura y dolorosa. De niña perdió a su padre, y al principio comenzó a comer hongos psicotrópicos para combatir el hambre. En una ocasión, cuando su hermana estaba enferma y María Sabina había consumido hongos alucinógenos, se le apareció la figura de la muerte. Tras esa visión, aseguró haber recibido orientación de «seres espirituales superiores» en cuanto a cómo curar a su hermana, y ésta se recuperó de su dolencia. A partir de aquel momento, María Sabina se convirtió en una conocida curandera, o herbolaria, y la gente comenzó a acudir a ella desde muchos kilómetros a la redonda.
Doña María, como se la conocía respetuosamente, estaba convencida de que los hongos aportaban sabiduría, curaban las enfermedades, y representaban la carne y la sangre de Jesucristo. Después de la defunción de su segundo esposo, cuando doña María tenía poco más de cuarenta años, comenzó a trabajar exclusivamente con los hongos sagrados y pasó a ser conocida como sabia. Me contó que los hongos aparecían por voluntad de Dios. En el modelo de curación de doña María se realizan varias operaciones, tales como el diagnóstico, la identificación de la causa de la enfermedad y el tratamiento de la misma, después de que la sabia y sus clientes hayan consumido hongos sagrados. Doña María afirmó que Jesucristo o algún otro «ser espiritual superior» operaba a través de los hongos, para revelar el origen de la dolencia y el remedio correspondiente.
Doña María había observado que su bisabuelo, su abuelo, su tía abuela y su tío abuelo eran sabios que consumían hongos sagrados durante las veladas nocturnas. Para evitar problemas con la Iglesia, asistía a misa y contribuyó a la fundación de una asociación femenina llamada Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús. En realidad, el párroco del pueblo salió en su defensa cuando las autoridades federales intentaron prohibir sus veladas con hongos.
La imaginería de la liturgia ceremonial de doña María era claramente católica, pero con un fondo de odas y salmos provenientes de los sumos sacerdotes de Moctezuma, soberano azteca derrocado por los invasores españoles en 1521. Aunque la Inquisición española había declarado las veladas ilegales, éstas se habían seguido practicando en secreto durante más de cuatro siglos. Cuando se descubrió que todavía se celebraban, multitud de jóvenes de Norteamérica y de Europa occidental acudieron a Oaxaca para probar personalmente los hongos psicotrópicos. Doña María simpatizaba con su deseo de ilustración espiritual, pero criticaba el hecho de que aquellos jóvenes no respetaran las tradiciones mazatecas y consumieran los hongos sin una preparación adecuada ni la orientación de un «sabio».2
Cuando le pedí permiso para tomar fotografías, doña María se disculpó y regresó al cabo de unos minutos con su túnica ritual bordada a mano, llamada huipil. Una de mis amigas, claramente conmovida por el impacto del gran carisma de doña María, comenzó a llorar desconsoladamente. Inmediatamente, doña María se separó con ella del grupo, rezó por ella, y le frotó el cuerpo con flores frescas. A los pocos minutos cesaron las lágrimas, y la mujer en cuestión dijo que sentía una paz y una felicidad que perduraron varios días.'
María Sabina dejó de practicar poco antes de cumplir los noventa años. Volvió a casarse y vivió apaciblemente en su pequeño pueblo hasta su muerte en 1985. Entretanto, permitió que se grabaran y transcribieran las canciones y cánticos con los que acompañaba sus veladas. En uno de ellos, se describía a sí misma y su función:
Soy mujer de esfuerzos,
Soy mujer de llanto,
Soy mujer de palabras,
Soy mujer creadora,
Soy mujer curadora,
Soy poseedora de la sabiduría de las plantas.
En otro, relataba la experiencia de una visión:
Así es como se ve cuando voy al cielo.
Dicen que allí es como la suavidad.
Dicen que es como la tierra.
Dicen que es como el día.
Dicen que es como el rocío.
Fernando Fernández
En las islas de San Blas, en la costa atlántica de Panamá, los indios cunas han conservado muchas de sus formas tradicionales de curación. R. L. Van de Castle, psicólogo, realizó investigaciones de campo entre los cunas y descubrió que creían en poder anticipar las enfermedades o desastres inminentes a través de los sueños.' Los chamanes cunas utilizan diversos procedimientos para garantizar un sueño tranquilo, incluido el de tallar madera aromática para colocarla en las cuerdas de la hamaca.
En 1985 di un ciclo de conferencias sobre la psicología de los sueños en la ciudad de Panamá. Entre los participantes se encontraba Fernando Fernández, chamán cuna de poco más de treinta años. Don Fernando explicó el modelo de curación de los cunas, aclarando que él era un abisua o «cantante». Entre otros tipos de chamanes cunas se encuentran los inaduledi, especializados en curas herbolarias, y los nele, especializados en diagnósticos, que según se dice viajan por dentro de la tierra hasta el mundo inferior. Todos ellos trabajan en íntima colaboración con los espíritus de curación y con los animales de poder, venerados por los cunas a lo largo de los siglos. También disponen de curanderos no chamánicos, tales como las «abuelas» que ayudan en los partos.
Don Fernando afirmó que había varios tipos de abisuas. El kantule, por ejemplo, es un cantante ceremonial que oficia - en los acontecimientos especiales, tales como los ritos de pubertad y las ceremonias celebradas cuando se corta el cabello por primera vez. A don Fernando, por otra parte, se le pide que cante cuando alguien está física o mentalmente enfermo, cuando una mujer tiene dificultad con el parto, o cuando algún animal está excesivamente excitado y es preciso tranquilizarlo. Los abisuas también pueden cantar por otras diversas razones, como por ejemplo para ayudar a un obrero a sostener metal caliente en la construcción, o a una persona que desea atraer a alguien con fines amorosos. A todos los abisuas les está permitido cantar para divertirse, cuando no están ocupados curando a alguien.
Al igual que la mayoría de los chamanes cunas, don Fernando no practica permanentemente el chamanismo. Vive en Ustopo, la más poblada y más tradicional de las islas de San Blas. Mientras cursaba sus estudios en la Universidad de Panamá, uno de los profesores le formuló a don Fernando algunas preguntas sobre la cultura de los cunas. Se avergonzó al no poder responderle y darse cuenta de que su profesor esta ba mejor informado que él sobre las tradiciones de su pueblo. Esta experiencia le motivó para convertirse en abisua y, con algunos de sus amigos, fundó la Sociedad para la Conservación de la Cultura Cuna. Uno de sus intereses consiste en grabar y conservar los centenares de canciones curativas utilizadas por los abisuas.
Las canciones cunas de curación son complejas y difíciles de aprender. Don Fernando confesó que sólo había aprendido quince de ellas. La más corta dura aproximadamente una hora y la más larga, que es la canción de los muertos, dura unas catorce horas y tardó un año en aprenderla. Don Fernando me permitió que grabara la akuanusa, canción utilizada para combatir la fiebre. También conoce canciones para tratar jaquecas, superar el miedo, facilitar el parto, curar el alcoholismo y desalojar los fantasmas de una casa. Las canciones varían en estilo y contenido, pero todas piden ayuda al mundo de los espíritus.
Según el modelo de curación cuna, la mayoría de las enfermedades las causan los gérmenes y otros microorganismos. Sin embargo, incluso los gérmenes tienen espíritu y consideran que las epidemias son un castigo de la naturaleza, cuando los seres humanos han ofendido el mundo espiritual. Las medicinas, tanto las plantas como las mismas piedras, tienen también su propio espíritu. Nushu, importante espíritu curativo, puede ser contactado por los chamanes en sus sueños y pedirle consejo.
Según el modelo de los cunas, la sociedad está obligada a facilitar servicios curativos a la comunidad, así como lugares tranquilos donde recuperarse. Las familias deben apoyar el consejo de los chamanes a los pacientes. El pronóstico es favorable siempre y cuando la comunidad y la familia brinden su apoyo, y el paciente siga los consejos del chamán. Creen que las personas están compuestas de ocho espíritus, que residen en distintas partes del cuerpo, como por ejemplo las manos, el corazón y la cabeza. El curandero espiritual debe tratar a los distintos espíritus de un modo diferente, ya que cada uno tiene su propio temperamento. Si el paciente fallece, por lo menos uno de sus espíritus va al cielo, a no ser que en vida haya cometido actos malvados.
Se presta mucha atención a la prevención de la enfermedad y la desgracia. Si un nele cree que cierto sueño representa la premonición de una enfermedad, puede aconsejarle a su cliente que tome baños médicos a diario. Para este ritual se colocan cincuenta lanzas talladas en madera de palmera negra en una canoa llena de agua. Además, se espolvorea el agua con serrín para limpiar los ojos del soñador. Si a lo largo del mes durante el que se realiza esta operación no ocurre ningún percance, se concluye que se ha eludido la desgracia.
José Ríos
Los indios huicholes viven en las sierras mexicanas, principalmente en el estado de Nayarit. Allí se encuentra un pequeño pueblo llamado Colorín, donde vive José Ríos, también conocido como Matsuwa, palabra huichole que significa «pulso de energía». Nacido poco antes de 1880, don José trabajaba con éxito la tierra hasta que tuvo un accidente en el que perdió la mano derecha. Interpretó aquel suceso como una llamada del mundo espiritual y empezó un aprendizaje que duró sesenta y cuatro años.
Conocí a don José en 1977, cuando vino a California a petición de cierta gente que, según él, deseaba «hallar su propia vida» por medio de la sabiduría huichole. Don José me dijo que había aprendido muchas lecciones de Tatewari, el «abuelo fuego» y de Tayaupa, el «padre sol». También me contó que con frecuencia había ido al bosque, solo, para consumir peyote, fruto de un cacto con propiedades psicotrópicas. A través del peyote había tenido acceso a Kauyumari, animal de poder identificado como el espíritu del pequeño ciervo. Este aliado le había ayudado a viajar por un largo túnel oscuro, a fin de obtener nierika o visiones de lo que don José tenía que aprender para proseguir con su prolongada formación.
«Cuando oigáis las canciones sagradas de mis labios, no soy yo quien las canta sino Kauyumari quien me las susurra al oído. Y yo os las transmito a vosotros. El es quien nos enseña y nos muestra el camino. Así es como es» ,6 declaró don José. También afirmó que había sido Kauyumari quien le había enseñado a curar a los enfermos, principalmente ofreciendo oraciones a los espíritus, succionando las impurezas del cuerpo del paciente y con el uso de sus flechas sagradas para equilibrar los «campos de energía» del paciente, radiaciones invisibles que, según se dice, rodean las partes vitales del cuerpo tales como el corazón, los órganos sexuales, el estómago y el cerebro.
Mis amigos y yo, sabiendo que a don José le encantaba la música y la diversión, en una ocasión le organizamos una fiesta. En plena celebración, don José frunció el entrecejo y se puso muy serio.
-Una de mis huicholes está enferma -dijo-. Debo regresar inmediatamente para ayudarla.
-Pero, don José -exclamé-, a estas horas no hay ningún vuelo a México y, además, mañana por la mañana debe dar una conferencia.
-Usted no lo comprende -suspiró don José-. Déjeme solo -agregó retirándose a un rincón, donde permaneció sentado media hora, mirando a la pared.
-He logrado ayudar a la mujer que estaba enferma -exclamó entonces-. Ahora volvamos ala fiesta.
Comprendí que había presenciado el «vuelo mágico» o experiencia extracorporal de un chamán.
Don José también ha conducido ceremonias para poner fin a la sequía. Durante una de sus visitas a California, la ceremonia huichole concluyó con una lluvia torrencial que puso fin a un período de sequía.
-Podían haberme avisado -comentó don José-. Habría venido antes.
Afirma que las ceremonias sagradas son necesarias para dar gracias al mundo de los espíritus por su bendición. Sin dichas celebraciones, los dioses podrían disgustarse y despreocuparse de los seres terrestres.
Don José y otros practicantes espirituales huicholes realizaban frecuentes peregrinaciones al desierto de Wirikuta, en la altiplanicie central de México, donde crece el peyote. A veces, durante las ceremonias en las que ingiere peyote, don José pasa varios días y noches cantando, sentado en su uweni, o silla de chamán, a fin de que no se disperse el poder que se manifiesta.
Para don José, las visiones que le proporciona el peyote sirven para diagnosticar la enfermedad de paciente y prescribir el tratamiento, que podrá consistir en hierbas, oraciones, ayuno, o mandar el paciente al médico. Los huicholes tienen derecho a los cuidados que pueda ofrecerles la tribu y la obligación de cooperar con el chamán. Los pacientes de don José no sólo deben recuperarse de sus enfermedades, sino que necesitan «hallar su propia vida», descubriendo significado y alegría en sus actividades cotidianas, a fin de evitar una recaída.
Rolling Thunder
En 1982 participé en una conferencia internacional sobre chamanismo y curación que tuvo lugar en los Alpes austríacos. Los chamanes y curanderos invitados se reunieron el día antes de la inauguración de la conferencia para hablar del contenido de sus ponencias. Dado que Rolling Thunder era sumamente conocido en Europa, los organizadores de la conferencia sugirieron que pronunciara el discurso de apertura. Sin embargo, Rolling Thunder, chamán y curandero intertribal, objetó:
-Don José Ríos es mayor que yo, no sería apropiado que hablara antes que él.
Puesto que don José era el único asistente que había cumplido los cien años, y era el mayor de los presentes, Rolling Thunder insistió en que fuera él quien inaugurara la conferencia.
Había conocido a Rolling Thunder en 1970. Me lo presentó un músico llamado Mickey Hart, batería del grupo de rock Grateful Dead. Al cabo de un año, por mi parte, presenté a Rolling Thunder a Irving Oyle, médico osteópata. Después de pasar varias horas a solas en el estudio de grabación de Hart, emergieron ambos cogidos del brazo.
-Hemos comparado nuestras formas respectivas de practicar la medicina -comentó Oyle-. Rolling Thunder me ha contado que cuando acude a él un enfermo, hace un diagnóstico, celebra un rito y le da al paciente alguna medicina para que recupere la salud. Yo le he respondido que cuando recibo á un paciente hago un diagnóstico y practico un ritual consistente en escribir una receta, con la que el enfermo obtendrá una medicina para recuperar la salud. En ambos casos interviene gran parte de la magia llamada «fe en su médico».
En 1971 presidí una conferencia sobre regulación interior, patrocinada por la Menninger Foundation. Durante el transcurso de la misma, Rolling Thunder habló por primera vez ante un grupo de médicos y científicos.
-Muchas veces no sé qué medicina utilizaré hasta que la «medicación» comienza -comentó, hablando del «otro mundo», del que obtiene gran parte de su conocimiento y poder curativo-, y a veces no recuerdo lo que he utilizado. Esto se debe a que no soy yo el autor de la «medicación», sino el gran espíritu que actúa a través de mí.
Rolling Thunder tuvo oportunidad de demostrar su habilidad curativa cuando un estudiante se lastimó un tobillo jugando al fútbol. Me pidió que le trajera un cubo de agua y un poco de carne cruda. Entonces, rezó a las seis direcciones sagradas: «Al este por donde sale el sol, al norte de donde procede el frío, al sur de donde procede la luz, y al oeste donde se pone el sol. Hacia arriba al padre sol. Hacia abajo a la madre luna». Rolling Thunder sacó su pipa, dio cuatro caladas y se la entregó al paciente. Después de intercambiar unas pocas palabras, Rolling Thunder comenzó a cantar.
Encendió el fuego en la chimenea del comedor, sacrificó la carne cruda de una hamburguesa e hizo unos pases sobre el estudiante con el ala de un águila. Presionó con la boca el tobillo hinchado del joven estudiante y se mantuvo en dicha posición durante varios minutos. Después de una serie de bufidos, aullidos y gemidos, Rolling Thunder vomitó violentamente, escupiendo un líquido bilioso en el cubo. Repitió varias veces la operación, abanicó el tobillo con el ala de águila y me pidió que enterrara el contenido del cubo.
¿Cuál fue el resultado de dicha sesión curativa? Doug Boyd, después de observar todo lo ocurrido, afirmó que «el color se había normalizado, la hinchazón había decrecido y el tejido alrededor de la herida no era duro sino flexible. El paciente dijo que el dolor había desaparecido» .s Andrew Wiel, médico, examinó la herida al día siguiente y afirmó que «no había habido mejora objetiva en su apariencia, blandura o movilidad». Sin embargo, el estudiante le dijo a Weil que el ritual le había afectado profundamente, porque nadie le había prestado jamás tanta atención.9
Rolling Thunder utilizaba ritos, imaginería mental y tratamientos herbolarios para «medicar» a sus pacientes. Al igual que la mayoría de los chamanes, no se dedicaba exclusivamente a practicar curaciones espirituales. Durante muchos años había trabajado como empleado en los ferrocarriles del estado de Nevada. Al jubilarse, había organizado una pequeña comunidad espiritual llamada Meta Tantey, o «Que la paz os acompañe». Visitantes procedentes principalmente de Europa occidental y de Norteamérica pasaban algún tiempo en Meta Tantey, estudiando la medicina y los estilos de vida indígenas de Norteamérica. En 1984, después de la muerte de su esposa, Spotted Fawn, Rolling Thunder cerró su consultorio, pero siguió dando conferencias y asesoramiento.
En el modelo de Rolling Thunder, la curación espiritual hace hincapié en el amor y el respeto más que en la comprensión intelectual.
-Todo empieza por el respeto hacia el Gran Espíritu -dijo en una ocasión- y el Gran Espíritu es la vida que está en todas las cosas, en todos los seres y las plantas, e incluso en las rocas y los minerales. Todas las cosas tienen su propia voluntad, su propia senda y su propio propósito. Esto es lo que se debe respetar)°
Para Rolling Thunder, tanto los médicos alopáticos como los curanderos indígenas están incluidos en la categoría de «personal sanitario», y en diversas ocasiones se le ha pedido que visite hospitales para enseñarles a los pacientes a «hablar con su cuerpo» a fin de acelerar su recuperación. Rolling Thunder observa muy cuidadosamente a los enfermos, llegan do a pasar hasta tres días antes de decidir el tratamiento que debe dispensarles, o incluso si es conveniente que les «medique». Por ejemplo, a un paciente con un hueso fracturado o con el apéndice perforado lo manda al médico. Su pronóstico no sólo depende de la condición del paciente y del tratamiento, sino de que su «curador interior» esté o no activado.
Algunos autores antropológicos han criticado duramente a Rolling Thunder, alegando que su nombre no aparece en los registros gubernamentales de los Estados Unidos y sugiriendo que no es realmente indio. También afirman que se ha enriquecido explotando a la gente que ha tratado y que su modelo de curación no es auténtico. Rolling Thunder responde que no ha querido que su nombre figurara en los archivos gubernamentales porque le desagrada la Oficina Estadounidense de Asuntos Indios. Admite haber adoptado creencias y prácticas de distintas tradiciones tribales, incluida la cherokee (tribu de su nacimiento) y la shoshone (tribu por la que fue adoptado). Esto ha permitido que se le reconociera como curandero intertribal. Además, tampoco ha ocultado el hecho de tener sangre blanca. De haber explotado a la gente que ha tratado, Rolling Thunder probablemente habría sido objeto de acciones judiciales, ya que vive en una parte del país muy propensa a dicha práctica. Por otra parte, su humilde estilo de vida no sería consecuente con dichas acusaciones. Las ideas políticas de Rolling Thunder le han convertido en un personaje polémico y a lo largo de los años se han difundido muchos rumores para desacreditarle.
Wallace Black Elk
Conocí al chamán sioux Wallace Black Elk en 1984. Wallace es sobrino nieto de Nicholas Black Elk, cuyas experiencias visionarias infantiles han sido recogidas en Black Elk Speaks. En dicha visión, a Black Elk se le otorga el conocimiento del árbol del mundo, imagen chamánica que conecta el mundo medio (realidad ordinaria) con el mundo superior (realidad extraordinaria o «mundo espiritual»). Un abuelo sioux que apareció en su visión le dijo a Black Elk que salvaría su nación, logrando que el árbol del mundo floreciera en el centro de la misma." Durante varios años el joven tuvo miedo de hablar de su experiencia, pero por fin la reveló cuando intuyó que los rituales tradicionales caían en el olvido.
Nicholas Black Elk comprendió que todo había sido creado por el gran espíritu para el bien de la tierra. El mensaje de Wallace Black Elk es el mismo: «aprendamos a confiar en la voz de los espíritus».12 Nacido en 1921, Wallace recibió su primera visión a los nueve años y ahora describe su misión como la de un «explorador». La mayoría de sus colegas se mantienen, apegados a su gente, fieles al juramento chamánico tradicional de aliviar por todos los medios el sufrimiento. Pero Wallace se aventura en nuevos campos, para determinar si la idea sioux de curación espiritual será bien recibida. Está dispuesto a compartir su modelo curativo con cualquier grupo de «habitantes de la tierra» que se interesen por su mensaje. Según Wallace, la responsabilidad actual de los seres humanos es la de encaminar todos sus actos a la conservación de la madre tierra, que está en peligro. Su tribu le ha nombrado portador de la pipa sagrada y la utiliza para celebrar ritos cuando se encuentra con una audiencia interesada.
Wallace insiste en que la comunicación espiritual es lo que más necesitan hoy en día los habitantes de la tierra. Esto puede conseguirse cantando y rezando con sinceridad, a través de lo cual Wallace se mantiene en contacto con el mundo espiritual. Hablando de una de sus poderosas experiencias, ha comentado que «el poder del Gran Espíritu es como la descarga de un rayo sobre los sentidos; mi mente parece un receptor de televisión, con el que veo todos los colores sagrados: azul, rojo, amarillo y blanco». Ha calificado su pipa sagrada de «teléfono», porque le permite ponerse directamente en contacto con los poderes espirituales.
Wallace cree que una de sus visiones puede ser profética. Hace referencia a las leyes y reglas del mundo occidental, que cree basadas en la envidia y en la avaricia, en lugar de la comunión espiritual por la que él aboga.
Hay un enorme monstruo con un estómago sin fondo que todo lo consume. Cuando la boca del monstruo esté a punto de morder esta roca, saldrá un fuego del centro de la misma y le volará la cabeza.
Esta profecía parece referirse a los hábitos de explotación de las sociedades industrializadas. En su afán de consumo, el mundo occidental ingiere la roca -es decir, la tierra- pero al hacerlo desequilibra la naturaleza y los volcanes entran en erupción. Este poder acaba por destruir al monstruo.
Wallace ha conducido ceremonias inipis, o de baños de vapor, para grupos tan diversos como estudiantes universitarios, sociedades profesionales e indios encarcelados. En 1985 organizó una de las primeras danzas al sol para participantes no indios. William Lyon, un antropólogo que ha trabajado con Wallace, ha observado que se prepara constantemente para su próxima búsqueda visionaria. A fin de obtener una nueva visión, Wallace modifica frecuentemente sus rituales. Por ejemplo, Lyon observó que la ceremonia inipi de un año determinado incluía varias nuevas canciones, así como una nueva serie de atavíos rituales en el altar.
Las inipis forman también parte del repertorio de Rolling Thunder, que en una ocasión me invitó a participar en una de ellas. El ritual fue organizado para facilitar la limpieza personal, de modo que mis amigos y yo pudiéramos ayudarle a llevar a cabo una sesión curativa. La estructura estaba construida con renuevos doblados y atados, cubiertos por pieles de animales. Había un grupo de nueve hombres sentados en círculo, mientras se vertían cazos de agua sobre unas rocas sacadas de una hoguera. Cuando el agua entraba en contacto con las rocas, se oía un siseo explosivo, seguido de un intenso calor que envolvía nuestros cuerpos desnudos. Nos turnamos para verter el agua y el calor llegó a ser tan intenso que creí que me ardía la piel. Comprendí que no podía luchar contra el calor. Era preciso recibirlo y dejarse transportar. Me sentí al unísono con el calor, con el aire cálido y dejé que cada bocanada ensalzara mi sensación. Conforme el sudor brotaba de mi cuerpo, me sentí purgado de ansiedad, de depresión y de toda preocupación insignificante que pudiera impedirme participar plenamente en la ceremonia curativa que tendría lugar a continuación.
La invitación de Rolling Thunder fue típica de muchos chamanes, que ofrecen a los observadores sinceros la oportunidad de aprender sus tradiciones. María Sabina pensaba que el mundo entero, no sólo la comunidad de curanderos indígena, necesitaba la «antigua sabiduría» para facilitar la curación, el amor y la paz sobre el planeta. Esta actitud abierta contrasta radicalmente con el sigilo y dogmatismo característicos de los médicos alopáticos, que se despreocupan casi por completo de los aspectos espirituales o comunitarios de la salud y la curación.
Un modelo de curación chamánico
Desde hace varias décadas, los científicos sociales y conductistas se han dedicado a recoger datos que reflejan la amplia variedad de sistemas de curación humanos. Las enferme dades y las heridas son experiencias universales, pero cada grupo social las clasifica implícita o explícitamente en cuanto a su causa y tratamiento. Además, cada individuo tiene un sistema de creencias que le facilita una explicación sobre cómo mantenerse sano y superar las enfermedades.
En cuanto al sistema de creencias chamánico, Claude Lévi Strauss ha propuesto que el sistema lógico desarrollado por los pueblos tribales es tan riguroso y completo como el de la ciencia moderna. Otros científicos han realizado evaluaciones similares. Por ejemplo, en su evaluación del chamanismo indio pima, el etnólogo B. L. Fontana ha afirmado que se trata de una «teoría no occidental de la enfermedad, tan sutil y sofisticada como cualquier otra».14 Los principios del chamanismo pima han sido minuciosamente detallados, como consecuencia de un estudio en el que el antropólogo Donald Bahr colaboró con un chamán, un traductor pima y un filólogo pima. En 1986 tuve la oportunidad de conocer a los indios pima, que viven en el estado de Arizona, aunque su cultura se extiende por el norte de México.`
Entre los pimas, el diagnóstico es tan importante como el tratamiento y es el chamán quien lo lleva a cabo. Según el modelo de curación pima, el cuerpo es un depósito estratificado de fortalezas y debilidades adquiridas a lo largo de la vida. La función del chamán consiste en realizar un diagnóstico preciso y dejar entonces el tratamiento del paciente en manos de otros curanderos. Para ello, se cree que los chamanes cuentan con la ayuda de espíritus benévolos. En realidad, se supone que son dichos espíritus quienes reclutan, forman y ordenan a los chamanes que actúen.
La etiología, o causa de la enfermedad, determina el tratamiento de la dolencia. Hay un tipo de dolencias que se considera intratable, ya sea porque el cuerpo cuenta con la capacidad necesaria para combatirlas (como por ejemplo el estreñimiento, la indigestión o las mordeduras venenosas), o porque no existe posibilidad de cambio (como en el caso de retraso mental, defectos de nacimiento y maleficios). Hay otra categoría que se cataloga como «enfermedades pasajeras», causadas supuestamente por impurezas tales como un calor excesivo o líquidos nocivos que «pasan» por el cuerpo. Cuando se les habla a los chamanes pima de la teoría de los gérmenes, no la rechazan ni dudan de la autenticidad de su propio sistema. Se limitan a incorporar los gérmenes en su lista de impurezas que pueden causar enfermedades pasajeras.
La tercera categoría es la de las «enfermedades residentes», así denominadas porque «residen» en el cuerpo durante un periodo considerable. Se supone que la causa de las enfermedades residentes obedece a una conducta indebida, con relación a ciertos objetos peligrosos como las plumas de busardo, las nubes, los coyotes, los ciervos, el estramonio y los correcaminos. Estos objetos fueron dotados de propiedades espirituales en el momento de la creación y transgredir su integridad es un acto inmoral que se paga Cuando observaron que los europeos no contraían enfermedades residentes al violar dichos objetos de poder, los chamanes no perdieron la fe en su teoría. Llegaron a la ingeniosa conclusión de que sólo los pirras eran susceptibles a dichas enfermedades.
La conducta del paciente facilita pistas importantes para e diagnóstico y el tratamiento de la dolencia. Son propios de las enfermedades pasajeras síntomas tales como la fiebre, la urticaria, las hemorroides y las úlceras. Las enfermedades residentes pueden identificarse por una conducta errática o compulsiva, así como por actividades letárgicas o autodestructivas. Las enfermedades del primer grupo pueden ser comunicables, pero no las del segundo.
El tratamiento de las enfermedades pasajeras suele incluir hierbas. Al descubrir las medicinas alopáticas, éstas han sido incluidas en la lista de agentes curativos para dolencias pasajeras. El tratamiento de enfermedades residentes se realiza a base de cánticos, canciones, oraciones, soplando para alejar del paciente los agentes nocivos, succionando los elementos dañinos de su cuerpo, comiéndose la carne del objeto peligroso cuya violación ha causado la enfermedad, o colocando al paciente en un cuadro de arena. Los cuadros de arena están especialmente recomendados para la «enfermedad del viento», mientras que se considera que un manjar puede ser útil para la «enfermedad del ciervo» o la «enfermedad del conejo».
En los casos de enfermedades residentes, se usan ciertos instrumentos curativos (tales como cristales, el humo del tabaco y las plumas de águila) para conectar el poder (o corazón») del chamán con la capacidad autocurativa del paciente, y otros (como sonajeros y la voz del chamán) para dirigirse a los espíritus. Los herbolarios también pueden apelar a los espíritus mientras aplican su tratamiento. Las enfermedades residentes son tratadas primordialmente por los chamanes, mientras que de las pasajeras se ocupan los alópatas o los herbolarios. En el sistema pima, los pacientes tienen el derecho a ser tratados y la obligación de cooperar con el curandero. También están obligados a no repetir la violación de los objetos peligrosos que haya causado la enfermedad residente. Toda persona está dotada de capacidades o «fuerzas» internas, situadas en lugares específicos del cuerpo. En las enfermedades residentes, la fuerza de cada objeto peligroso establece un vínculo con la fuerza correspondiente de la víctima. Así pues, la fuerza de la víctima puede convertirse en depósito de la enfermedad. Cuando el chamán la ha localizado, pueden iniciarse tratamientos tales como el masaje de los músculos o la succión de las impurezas.
En cuanto a la cuestión de responsabilidad ética sanitaria, de derechos y obligaciones, los pimas creen que la familia del paciente tiene derecho a recibir tratamiento para el miembro indispuesto de la familia. Los padres tienen la obligación de evitar la violación de la dignidad de objetos peligrosos, ya que esto puede provocar no sólo su enfermedad sino la de sus hijos. (Las infracciones de los padres se consideran causa frecuente de los defectos de nacimiento de los hijos.) El conjunto de la sociedad tiene el derecho y la obligación de disponer de especialistas sanitarios al servicio de sus miembros, y la sociedad está también obligada a obedecer las leyes espirituales tradicionales, para que sus miembros estén protegidos de plagas y epidemias.
El objetivo de este modelo de curación es el de conservar la «senda» o tradición de los pimas, otorgado a la tribu en el momento de la creación. La tradición pima intenta ser una ayuda en la vida de los individuos y mantener la sociedad «decorosa». El resultado de dicho decoro es la salud y la alegría; el quebrantamiento de los mandamientos tradicionales conduce a la enfermedad.
Sean o no conscientes de ello, todos los especialistas sanitarios actúan según un modelo determinado. El modelo pima y los modelos chamánicos en general, se diferencian característicamente del modelo alopático occidental en cuanto a que contribuyen a facilitar un acercamiento a la naturaleza, al propio cuerpo y al crecimiento espiritual del individuo. Además, estimulan a la gente a tomar decisiones vitales de un modo que refleja los ideales de armonía y conocimiento. Estos modelos representan un enfoque sanitario estructurado y meditado, que intenta reparar el tejido rasgado del vínculo del individuo con la tierra, así como las frecuentes fracturas entre el cuerpo y la mente.
La medicina alopática, operando desde su muy distinto modelo, ha realizado grandes progresos desde su aparición. Sin embargo, existen todavía ciertas lecciones que podría aprender de los chamanes del mundo y que le serían de gran ayuda en su esfuerzo por tratar los problemas humanos, algunos de los cuales puede que sean más graves en la actualidad que cuando los antiguos chamanes recibieron sus primeras visiones.
Datos Bibliograficos |
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* Stanley Krippner es profesor de psicología y director del Center for Counsciousness Studies en el Saybrook Institute de San Francisco, donde entre otros cursos dirige el de "psicología del chamanismo". Precursos de la parapsicología y de la investigación sobre la conciencia desde los años sesenta, ha investigado los estados de conciencia chamánicos y su pertinencia actual como instrumento terapéutico. Entre sus obras más recientes figuran The Realms of Healing, Healing States y Human Possibilities. |
1. R. G. Wasson, The Wondrous Mushroom: Mycolatry in Mesoamerica (Nueva York, McGraw-Hill, 1980). 2. A. Estrada, María Sabina: Her Life and Chants (Santa Barbara, California, Ross-Erickson,1981). 3. S. Krippner y M. Winkelman, «Mana Sabina: Wise Lady of the Mushrooms», Journal of Psychoactive Drugs 15 (1983), pp. 225-228. 4. Estrada, María Sabina. 5. R. L. Van de Castle, The Psychology of Dreaming (Morristown, N. J., General Learning Press, 1971). 6. J. Halifax, Shamanic Voices: A Survey of Visionary Narratives (Nueva York, E. P. Dutton, 1979), p. 251. 7. Ibid. 8. D. Boyd, Rolling Thunder (Nueva York, Random House, 1974), p.21. 9. A. Weil, Health and Healing (Nueva York, E. P. Dutton, 1983), p.163. 10. S. Krippner y A. Villoldo, The Realms of Healing (Millbrae, California, Celestial Arts, 1976), p. 58. 11. J. G. Neihardt, Black Elk Speaks: Being the Life Story of a HolyMan of the Oglala Sioux (Nueva York, Washington Square Press, 1972), p. 182. (Original publicado en 1932.) 12. W. S. Lyon, «The Dynamics of Change in Contemporary Sioux Shamanism», en R. Heinze (ed.), Proceedings of the Second International Conference on the Study of Shamanism (Berkeley, California, Independent Scholars of Asia, 1985), pp. 94-103. 13. C. Lévi Strauss, «The Structural Study of Myht», Journal of American Folklore 78 (1955), pp. 429-444. 14. B:L: Fontana, «Prólogo» en D:M: Bahr, J. Gregorio, Piman Shamanism and Staying Sickness (Tucson, University of Arisona Press, 1974), pp. IX-XI. 15. Bahr y otros, Piman Shamanism and Staying Sickness |
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