Nuestro sendero espiritual es un camino hacia la iluminación, en el que se ofrecen muchas oportunidades para sanar, crecer y aprender acerca de nosotros mismos y los demás. A medida que avanzamos hacia ese objetivo buscamos maestros y guías que nos ayuden a lo largo de nuestro camino, buscando a aquellos que creemos ya han alcanzado la iluminación, o que están más iluminados que nosotros. Tendemos a creer que ellos pueden darnos lecciones en iluminación y acelerar el proceso. Así que cuando nos encontramos con personas que nos enseñan lecciones difíciles, creemos que hemos encontrado gente que son menos iluminadas que nosotros y cuestionamos nuestro propio nivel de evolución espiritual. Pero estamos viendo esto en forma equivocada, porque todos son iluminados, a su manera.
Es verdad que a veces yo mismo me cruzo con gente que me hace perder el centro. Hay personas así, que generan disrupción sin poder controlarse. Son gente que sigue desesperadamente agarrada a sistemas caducos: gente que es capaz de querer hacerte daño justificándolo con ideas que pueden llegar a oponerse diametralmente a lo que predican y sin embargo son incapaces de verlo. Ellos saben cuando hablamos de ellos… Lo saben, por que a su forma también son iluminados… Aunque su nivel de evolución sea muy bajo.
Iluminación no es ser espiritualmente avanzado o lograr la condición de maestro. Es parte del proceso de evolución y crecimiento, que es nuestro sendero de vida. Y es diferente para cada uno. Para algunos, la iluminación puede significar superar un miedo o creencia. Para otros podría ser lograr la maestría espiritual. Podría tomar toda una vida avanzar un nivel o podemos pasar a través de múltiples niveles de crecimiento e iluminación. Nuestra capacidad para ser iluminados depende de muchas cosas, incluyendo nuestra voluntad de sanar y crecer, nuestra capacidad de aprender y nuestro compromiso con nuestro sendero espiritual. Pero sobre todo, depende de lo que hemos venido aquí a aprender.
Cada uno nace con lecciones que aprender y con el tiempo aprendemos a reconocer nuestras lecciones. Todos reconocen eventualmente el hecho de que ciertas situaciones y circunstancias se repiten en sus vidas. Si eligen reconocerlas y trabajar con ellas, eso es parte del proceso de iluminación. Tal vez aquellos que no parecen crecer espiritualmente son maestros espirituales que vinieron a aprender sobre el miedo y el dolor. Y las dificultades que experimentan son parte de ese proceso de aprendizaje. ¿Los hace eso menos iluminados? ¿Quién puede juzgar eso por ellos?
Atraer maestros difíciles no es reflejo de iluminación, nuestra ni de los demás -el hecho de que los atrajimos significa que existe una conexión y que podemos aprender uno del otro. La experiencia es parte del camino. Lo que cada uno necesite aprender de esa experiencia sólo nosotros lo podemos saber. Tal vez necesitamos aprender sobre resistencia y miedo. Quizás tenemos que ser una fuerza negativa persistente en la vida de alguien para ayudarle con el aprendizaje de su alma. Tal vez necesitamos aprender a poner límites. Tal vez necesitamos aprender a amarnos a nosotros mismos. Cualquiera que sea la lección que experimentamos con y a través de otros, la iluminación se produce para todos. Sólo que no es lo mismo para todos.
Cuando vemos la iluminación como una especie de jerarquía espiritual, estamos olvidando que todos somos perfectos y conectados. Cada persona está siempre en el nivel perfecto de iluminación que puede alcanzar en cualquier momento en su vida. Es un proceso individual, por tanto no se pueden hacer comparaciones. Cuando comparamos estamos juzgando a los demás, y a menudo a nosotros mismos. Nosotros no estamos al tanto de la importancia o el valor de la experiencia de alguien, del mismo modo que no somos capaces de ver el alcance de lo que su alma vino a experimentar. No es posible para nosotros saber cuáles son las lecciones de alguien, del mismo modo que no podemos saber la importancia que ciertas experiencias tienen para ellos.
Si vemos a todos como iluminados y honramos su camino, sin importar qué tipo de experiencias de vida conlleve, nos movemos hacia un espacio sin juicios, de aceptación y amor incondicional. Esta es una lección que toda la humanidad está experimentando en este momento. Es donde debemos estar si es que hemos de aprovechar las oportunidades del Cambio para crear un mundo donde la paz, alegría y amor incondicional estén disponibles para todos. Al ver a todos como iluminados, reconocemos el sendero de su alma y podemos elegir si estamos dispuestos a ser parte de él o no. Nos permite decidir a quién o qué le permitiremos compartir nuestro propio camino. Y nos traerá paz a medida que recordemos que todos son iluminados y que cuando hacemos brillar nuestra luz y trabajamos nuestros propios asuntos, permitimos que los demás hagan lo mismo, en la perfección del camino de crecimiento, sanación, amor y regreso a la Fuente de su alma
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